Viviendas premium junto a campos de golf, pistas de tenis o centros de yoga

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Nunca pensé que acabaría mirando catálogos de viviendas premium, os lo juro. Yo, que siempre he sido muy de apartamentos pequeños, de esos que se limpian en media hora y donde todo está a mano, de repente me vi mirando portales de inmobiliarios de lujo.

Todo empezó en una conversación en un bar con mi amiga Teresa. Estábamos tomando algo después del trabajo, como tantas otras veces, cuando me soltó que un famosete de la tele se había comprado un piso a pie de playa, con acceso directo a un club de golf privado. No era solo la típica vivienda con vistas bonitas: tenía gimnasio con entrenador personal, restaurante gourmet en la planta baja, y hasta un servicio de masajes a domicilio para residentes.

Ahí me picó la curiosidad. No por el famosete en sí, que ni me va ni me viene, la verdad, sino por esa vida que parecía reservada a otro tipo de personas, otro tipo de rutinas, otro tipo de cuerpos. Pero, cuando indagué y miré muchas inmobiliarias VIP, como VIP House BCN, y descubrí que hay toda una corriente de viviendas que están pensadas para gente que practica deportes individuales de forma habitual, y no estoy hablando de atletas profesionales.

Gente como tú y como yo, que quiere tener a mano un buen espacio para entrenar, mejorar, cuidarse y disfrutar de lo que le gusta.

 

Descubrí que no es solo un capricho, sino una forma de vivir

A medida que iba mirando ejemplos de estas viviendas cerca de instalaciones deportivas, me di cuenta de que no son solo para presumir. Hay un enfoque claro hacia el bienestar personal y la mejora del rendimiento. No tienes que coger el coche ni organizarte con horarios imposibles para llegar al club de tenis o al estudio de yoga. Sales de casa y estás allí. Te permite ser constante, y eso se nota muchísimo.

Una de las cosas que más me sorprendió fue ver cómo muchas promociones nuevas están diseñadas teniendo en cuenta estas necesidades. Por ejemplo, hay residencias en la Costa del Sol que ofrecen acceso privado a campos de golf. No es que el campo esté cerca: es que literalmente puedes salir de tu salón, coger tu bolsa de palos, y estar en el hoyo uno en menos de cinco minutos.

Y no es solo el campo. Hay viviendas con taquillas personales, acceso prioritario a torneos y clases con instructores de alto nivel.

 

Golf: mucho más que césped y silencio

Nunca me atrajo especialmente el golf, pero ahora entiendo por qué engancha a tanta gente. Hablé con una pareja que vive en un apartamento en la provincia de Alicante. Me contaron que su piso está orientado de forma que por las mañanas entra la luz directa desde el este, perfecta para quienes quieren entrenar temprano. El complejo tiene su propio spa, una clínica de fisioterapia y un restaurante saludable que adapta el menú a los ciclos de entrenamiento. Y lo más interesante: han notado mejoras físicas y mentales desde que viven allí. “No es solo jugar mejor al golf, es vivir más tranquilos”, me dijo ella.

Hay otro complejo que me llamó la atención cerca de Girona. Además del campo de golf profesional, tiene una academia de alto rendimiento, habitaciones para invitados, y villas o apartamentos que parecen sacados de una revista. Lo interesante es que no necesitas ser socio del club si compras allí: ya está incluido. Además, puedes recibir visitas que también acceden a las instalaciones. Me pareció ideal para alguien que recibe familia o amigos a menudo.

 

Tenis y pádel: lo que empezó como un hobby

Yo soy más de raqueta. El pádel me encanta desde hace años, aunque lo he practicado de forma intermitente por falta de tiempo y sitios decentes cerca. Pero encontré opciones de vivienda pensadas para gente como yo. Un ejemplo interesante está en la zona de Estepona: una urbanización con pistas privadas para residentes, clases semanales incluidas en la cuota de la comunidad, y eventos sociales alrededor del deporte. Me sorprendió lo bien montado que está: puedes apuntarte a torneos internos sin coste adicional, y hay ranking interno para motivarte.

En otra urbanización de lujo en Pozuelo de Alarcón, Madrid, tienen un club privado con pistas de tenis y pádel cubiertas, entrenadores titulados y acceso ilimitado para los residentes. Me pareció curioso que incluso ofrecen servicio de recogida de raquetas para encordar. La sensación que me dio es que allí puedes mantener una rutina deportiva de calidad sin que eso implique un sacrificio de tiempo o esfuerzo extra.

Hablé con una residente que me dijo que su nivel ha subido como nunca antes. «Puedo entrenar cuatro veces por semana sin moverme del entorno«, me dijo. «Antes, si llovía o hacía frío, cancelaba. Ahora me apetece más que nunca«. Y lo más interesante es que la gente con la que juega también vive allí, así que se genera una pequeña comunidad donde todos se animan mutuamente.

 

El yoga como forma de vida… y de vivienda

El yoga no es solo una actividad física, y eso se nota mucho en los complejos residenciales que giran en torno a esta práctica. Me encontré con un desarrollo en Ibiza donde el yoga lo impregna todo: desde el diseño arquitectónico hasta el estilo de vida que promueven. Allí, las viviendas tienen espacios abiertos, zonas de meditación comunes, aromaterapia incluida y un estudio con clases diarias impartidas por profesionales internacionales.

Y lo mejor: hay un servicio de nutrición personalizado, talleres sobre respiración y mindfulness, y rutas de senderismo diseñadas por expertos para favorecer la práctica en conexión con la naturaleza. No es solo que vivas cerca de un centro de yoga. Es que toda la estructura de tu vida se ve empujada a ese ritmo: más lento, más consciente, más tuyo.

Me gustó especialmente un apartamento en Málaga con acceso exclusivo a un rooftop donde se hacen sesiones de yoga al amanecer. La comunidad está formada mayoritariamente por mujeres que teletrabajan o que han decidido reducir el ritmo frenético de la ciudad. Algunas me contaron que lo más valioso no es el lujo material, sino la sensación de coherencia: todo lo que hacen, desde el desayuno hasta la ducha, está pensado para sumar salud.

 

¿Y si no soy millonaria?

Esto fue una de las grandes preguntas que me hice. ¿Hace falta tener una cuenta en Suiza para vivir así? La respuesta corta es: no. Obviamente hay opciones carísimas, pero también las hay más razonables. Hay promociones en zonas menos saturadas, como Murcia o el interior de Valencia, donde por el precio de un piso medio en ciudad puedes tener un apartamento con acceso a pista de tenis, gimnasio comunitario y hasta clases de yoga.

Además, muchas promociones están pensadas para atraer a gente joven o de mediana edad que trabaja a distancia. Ofrecen coworkings dentro del mismo complejo, wifi de alta velocidad y servicios comunes como lavandería o transporte a núcleos urbanos. Esto permite ahorrar en otras cosas y, al final, compensa.

También descubrí que muchos de estos sitios ofrecen fórmulas de alquiler con opción a compra o fórmulas tipo coliving para quienes quieren probar el estilo de vida antes de lanzarse a comprar. Me pareció interesante para quienes, como yo, necesitan tocar y probar antes de decidirse.

 

¿Cómo impacta esto en la vida diaria?

Una de las cosas que más me sorprendió fue darme cuenta de cómo cambia tu forma de vivir cuando tienes cerca todo lo que necesitas para cuidarte. Vivir al lado de un club de golf, unas pistas de tenis o un centro de yoga no es solo práctico. Te empuja, casi sin querer, a ser más sano.

Por ejemplo, si el restaurante del residencial tiene menús saludables, terminas comiendo mejor sin esfuerzo. Si hay clases de yoga en la azotea, te animas a probar. Si puedes ir a entrenar andando en cinco minutos, vas más veces. Y si el entorno es tranquilo, sin ruidos ni tráfico, también descansas mejor.

Además, todo esto te ahorra tiempo. No tienes que ir en coche, ni buscar aparcamiento, ni cuadrar horarios con otros sitios. Simplemente bajas de casa y ya estás en el lugar donde quieres entrenar o relajarte. Eso hace que tu rutina diaria sea más fácil, y que tengas más espacio para ti. Para hacer ejercicio, sí, pero también para leer, cocinar con calma, estar con tus hijos o simplemente descansar.

Y eso se nota mucho, en el cuerpo y en la cabeza.

 

¿Me he mudado?

Todavía no, y no sé si lo haré, porque soy más de casas pequeñitas en el campo. Pero, después de meses investigando, visitando lugares y hablando con residentes, he empezado a ver las viviendas deportivas premium de otra forma.

Ya no las veo como un lujo innecesario, sino como una inversión en calidad de vida. Tener acceso directo a instalaciones deportivas, vivir rodeada de tranquilidad y gente con intereses parecidos, y poder cuidarte sin complicaciones, empieza a tener mucho sentido.

Aunque no sea ahora, quién sabe si en unos años, cuando los niños crezcan o cambien mis prioridades. Lo que tengo claro es que vivir así no es solo para unos pocos, y que quizá, cuando menos te lo esperas, puede ser tu próximo paso

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