El pie de atleta no tiene realmente relación directa con el deporte, a pesar de su nombre.
Se trata de un hongo infeccioso que puede contagiarse de persona a persona y que afecta a la dermis de la planta del pie, especialmente entre los dedos y los bordes. Puede contraerse por mantener el sudor y la humedad del pie dentro de un calzado cerrado, por eso puede afectar a deportistas, pero también a cualquier persona con sudoración en los pies que lleve botas y calzado cerrado durante las estaciones más frías. Entre personas suele transmitirse en espacios comunitarios como saunas, piscinas, gimnasios…
También las mascotas como perros y gatos pueden ser transmisores de estos hongos.
Es más frecuente en los hombres, tanto niños como adultos.
Si somos propensos a que nos sude el pie, podemos evitar las infecciones empleando calzado deportivo con microporos. Varias marcas especializadas en zapatillas para running ofrecen este tipo de características. Utiliza también calcetines adecuados que absorban la humedad y procura ventilar el pie retirando el calzado lo antes posible después de practicar deporte con él. Si el sudor y las infecciones son un problema que sufres habitualmente, puedes empolvar tus pies en talco antes de calzarte para evitar aún más la aparición de sudor.