Mantenerse activo no es sólo cosa de la juventud o madurez, el cuerpo necesita movimiento y el sedentarismo es un mal compañero de la buena salud, por eso en los centros Benviure, una de las mejores residencias de ancianos en Barcelona, la actividad, tanto física como mental, es uno de los principales objetivos.
Llegan los 55, 60 y 65 años y cada vez vamos teniendo menos actividad. Muy pocos son los que siguen haciendo algún tipo de deporte, aunque ya ni siquiera se pide eso sino, simplemente, que el “sofá+mando” no sea el único hobbie que el jubilado tenga.
Mi abuela es una mujer que por suerte no tiene ninguna enfermedad grave, ni mental ni física, a sus 86 años pero, sin embargo, debido en parte al sedentarismo, tiene las rodillas tan fastidiadas que apenas puede caminar y, aunque en casa se vale del bastón y el andador, por la calle ya necesita ir en silla de ruedas y eso es algo que se podría haber evitado. Los médicos siempre le han dicho que cuanto menos ande menos va a poder moverse y más le va a doler pero, como le duele, no se mueve y es la pescadilla que se muerde la cola. La conclusión es que no se mueve ni va a poder moverse ya por si sola en lo que le queda de vida. Y esto es muy triste porque si hay algo que se puede evitar y no lo haces crea una impotencia que sólo los que han pasado por ahí saben lo que significa realmente.
Es por eso por lo que la actividad física es necesaria a todas las edades, incluso más si cabe conforme nos acercamos a la tercera edad.
Obviamente no le podemos, ni debemos, pedir a un anciano que corra dos kilómetros diarios, o que juegue al fútbol con sus nietos todos los días, así como no podemos pedirle a una persona enferma con un problema de corazón que se dedique a hacer running o que se fuerce en demasía, pero sí que podemos adaptar el ejercicio a las necesidades y posibilidades de cada persona y así evitar caer, como tanta gente lo hace, en la inactividad.
Es por eso que nosotros, los más jóvenes o menos mayores, debemos asegurarnos de apoyar y animar de todas las maneras posibles a las personas con más edad en nuestras familias para que no se dejen vencer por ese sedentarismo y, por supuesto, otra de las cosas que debemos hacer es asegurarnos de que si nos vemos en la necesidad, nosotros mismos o nuestros mayores, de ser ingresados en residencias de ancianos éstas intenten, por todos los medios, mantener esa actividad en nuestra vida de la que estamos hablando y, como ya hemos dicho, no sólo hablo de actividad física sino también mental.