No es fácil hacerse mayor y empezar a ver cómo alguna de las cosas que solíamos hacer cuando éramos jóvenes ya nos es completamente imposible. A quien escribe estas líneas no le ha llegado todavía ese momento, pero es verdad que parece complicado de asimilar de cara al futuro que nos vayamos a tener que limitar tanto en algunas cosas, principalmente en el plano físico. Cuando una persona es joven, cree que es invencible, pero los años nunca pasan en balde y la verdad es que todo el mundo termina teniendo añoranza de esos años de juventud en los que su pensamiento era ese.
Luego también hay que tener en cuenta el plano mental ocasionado por esas transformaciones físicas de las que vamos siendo conscientes día a día, cuando nos miramos en el espejo. Es normal padecer algún problema relacionado con la depresión. Pasa entre muchas personas que dejan de trabajar y comienzan su jubilación. El hecho de dejar de sentirse tan útil como antes ocasiona que sintamos que nuestro sitio en el mundo ha dejado de ser el que era y que ahora no tenemos nada más que permanecer postrados en una silla.
Es injusto que nos sintamos así con nosotros y nosotras mismas. Cada persona tiene su lugar en el mundo y, aunque no trabajemos, podemos seguir siendo de mucha utilidad para las personas de nuestra familia. Por ejemplo, ¿cuántos abuelos y abuelas han jugado un papel fundamental en la educación de sus nietos y nietas? Os podemos asegurar que miles y miles. Y también han sido claves desde el punto de vista económico para muchas familias en momentos en los que las crisis económicas han pasado factura, algo que por desgracia ha sido bastante común desde 2007 hasta los días en los que nos encontramos.
En una noticia publicada en la página web Planta Doce se informaba de que España es más senior que en ningún otro momento de la Historia. Y es que se había incrementado en más de 1’2 millones de personas mayores de 65 años en 10 años, lo cual había permitido que el número total de gente de esta edad en el interior de nuestras fronteras ya supere los 9’3 millones de personas. La verdad es que se trata de una cifra muy elevada y que pone de manifiesto que el envejecimiento de nuestra sociedad empieza a ser más que evidente.
Si analizamos el cambio que se ha producido en los últimos 20 años, algo que podemos hacer gracias a un estudio realizado por el portal web Statista, nos daremos cuenta de cómo se está acelerando el proceso por el cual está envejeciendo nuestro país. En el año 2002, no llegábamos a los 7 millones de personas de más de 65 años por muy poco, pero es cierto que, desde entonces, el número no ha hecho más que crecer hasta llegar a los 9’54 millones en 2022. Y ojo, porque vamos a seguir viendo crecer ese número durante mucho tiempo más. La generación del Baby Boom, aquella que nació en la década de los 60 o a finales de los 50, está llegando ya a su edad de jubilación.
Antes no era habitual que la gente más mayor se preocupara por su aspecto físico, pero ahora las cosas también están cambiando en este sentido. El poder tan grande que tiene la imagen ha hecho que incluso las personas mayores hayan querido acometer algún cambio en su físico, especialmente en lo que respecta a su cara y, todavía más en concreto, a sus ojos. Se trata de una zona que es bastante sensible puesto que, a medida que cumplimos años, aparecen signos de la edad como lo pueden ser las patas de gallo.
Que haya más gente mayor de 65 años y que este tipo de personas tenga más claro que quiere mejorar su imagen física posibilita que haya más jubilados y jubiladas que nunca que quieran someterse a algún tipo de tratamiento relacionado con la cirugía ocular. Corregir ojeras o patas de gallo suele ser una de las mayores demandas en función de lo que nos indican desde Estética Ocular, quienes además, viendo la satisfacción que siente la gente mayor con los resultados, esperan todavía que siga creciendo la demanda de estos servicios de cara a los años venideros.
Está claro que esto responde a una necesidad que tiene la gente de sentirse joven delante del espejo. Y no está nada mal que así sea. Teniendo en cuenta que la tecnología y las técnicas que existen en la actualidad son más que fiables, nos parece normal que haya una cantidad muy grande de gente que se haya planteado pasar por una clínica especializada en corrección de imperfecciones oculares para conseguir potenciar una imagen física que, no nos engañemos, genera una influencia bastante grande sobre la moral de las personas.
¿Hombres o mujeres, quiénes confían más en esto?
Esta es una pregunta que seguro que rondaba por la cabeza de muchos y muchas a medida que leíais estas líneas. Tampoco es que exista una respuesta totalmente certera a esta cuestión. Se puede llegar a pensar en algún momento que son ellas las que más preocupadas están por temas estéticos, tal y como suele ocurrir entre la gente joven, pero lo cierto es que, cuando hablamos de gente mayor, los datos se igualan y no hay una diferencia que sea evidente entre los hombres y las mujeres en cuanto al número de cada grupo que apuesta por acudir a una de estas clínicas.
Aquí juega más un factor como la edad que el del sexo. Normalmente, es al poco de haberse jubilado cuando la gente decide implementar cambios en su imagen. Cuando se llega a una determinada edad, ya muy avanzada, es verdad que los cambios dan un poco más igual y que con 67, que todavía tenemos ciertas ganas de vivir la vida y de aprovechar el tiempo, es cuando la apuesta por la imagen dispone de algo más de sentido.
Lo que es evidente es que existe la necesidad de que cada cual se siente cómodo y cómoda con el cuerpo que tiene. Esto es básico para conseguir la felicidad y para tener confianza en uno o una misma. Cuando empezamos a ser mayores y las molestias físicas o las enfermedades comienzan a copar nuestro día a día, es lógico que lleguen las dudas y que necesitemos algo de ayuda moral para sobrellevar el día a día. Ese es el objetivo de todas aquellas personas que procuran que la edad que van adquiriendo se note lo menos posible en su cara.
La edad también está en la actitud
Es cierto que la edad no es más que un número y que la actitud con la que nos vayamos enfrentando a las diferentes situaciones que nos va deparando la vida dicen mucho de nosotros y nosotras. Hay personas que, aunque cuentan con muchos años de edad, se enfrentan a cualquier cosa con una sonrisa y con unas ganas enormes de resolver cualquier problema. Otras, por muy jóvenes que diga su DNI que son, no tienen esa actitud y se ponen años encima. Estar en el primero de esos grupos es lo idóneo siempre para intentar ser felices por un lado, y eficaces por el otro.
Tomarse la vida con actitud hará que, a fin de cuentas, tengamos mayores posibilidades de conseguir una mejor confianza en nosotros y nosotras mismas. Este es un valor innegociable, del que nadie debería prescindir y que marca totalmente el devenir de una vida. Una persona que tenga una confianza brutal en sí misma tiene muchas opciones de haber conseguido, a lo largo de su vida, el trabajo que siempre ha querido y de obtener los objetivos que se ha ido marcando a lo largo de su trayectoria profesional.
Hay quien se toma más en serio que nunca su imagen física mientras que, al mismo tiempo, hay otro tipo de personas que no tienen demasiado interés en parecer más jóvenes. No importa cuál sea cada caso en particular. Lo importante es que quien se sienta bien lo siga estando y quien necesite un cambio pueda disponer de él. En la sociedad en la que nos encontramos, podemos presumir de que tenemos las dos opciones a disposición de la gente y que cada cual goza de la libertad suficiente y necesaria para determinar qué es lo que quiere en este sentido.
Está claro que cada cual tendrá su parecer… y nosotros defendemos desde aquí que así siga siendo y que nadie nos quite de nuestra cabeza la idea que estemos manejando. En la vida, por delante de todo, hay que tener personalidad. Debemos cumplir con nuestros intereses y pareceres porque nadie mejor que nosotros podrá tomar nuestras decisiones. La decisión que tomemos será buena y positiva tanto si decidimos cambiar nuestro aspecto como si no porque lo importante es que creemos que va a ser la mejor para nuestra vida. Que nadie nos quite esto de la cabeza.