Cuidar la dentadura en la tercera edad es esencial para mantener no solo una buena salud bucal, sino también una mejor calidad de vida en general. A medida que las personas envejecen, los dientes y encías pueden sufrir cambios debido al desgaste natural, enfermedades, o ciertos tratamientos médicos. Sin embargo, con hábitos adecuados, es posible prevenir la pérdida dental y otros problemas relacionados, como infecciones o mal aliento, que son comunes entre los adultos mayores.
Uno de los aspectos más importantes para mantener una buena salud bucal en la tercera edad es la higiene diaria. Cepillarse los dientes al menos dos veces al día, utilizando una pasta dental con flúor, es fundamental para evitar la acumulación de placa y bacterias, que son las principales causas de las enfermedades periodontales y caries. En la tercera edad, los dientes pueden volverse más frágiles, lo que hace que el cepillado sea aún más relevante. Es por ello por lo que es recomendable usar un cepillo de cerdas suaves, ya que las cerdas duras pueden dañar las encías y el esmalte dental, que en muchos casos se vuelve más delgado con el paso del tiempo.
El uso del hilo dental también es muy importante, ya que ayuda a eliminar restos de comida y placa entre los dientes, donde el cepillo no siempre llega. Sin embargo, muchas personas mayores pueden encontrar difícil usar hilo dental, especialmente si tienen problemas de movilidad en las manos o encías sensibles. En estos casos, los cepillos o los limpiadores interdentales pueden ser una alternativa más fácil y cómoda. Además, se deben realizar enjuagues bucales con productos antimicrobianos o que contengan flúor para complementar la limpieza y ayudar a reducir el riesgo de infecciones bucales.
Otro aspecto crucial en la atención dental durante la tercera edad es la hidratación. La boca seca, o xerostomía, es un problema común en los adultos mayores, especialmente en aquellos que toman medicamentos para controlar enfermedades crónicas. La falta de saliva no solo provoca incomodidad, sino que también aumenta el riesgo de caries y enfermedades de las encías. Beber agua regularmente y, si es necesario, utilizar productos como geles o enjuagues bucales especiales para combatir la sequedad bucal puede ser de gran ayuda. Los chicles sin azúcar también pueden estimular la producción de saliva y proporcionar un alivio temporal.
Además, las visitas periódicas al dentista siguen siendo fundamentales, aunque muchas personas mayores piensan que, debido a su edad, ya no es necesario acudir con regularidad. Sin embargo, es precisamente durante la tercera edad cuando los problemas bucales pueden empeorar si no se tratan a tiempo. El dentista puede detectar señales de enfermedades periodontales, caries, o incluso problemas más graves, como cáncer bucal. También es posible que algunos adultos mayores necesiten prótesis dentales o ajustes en las dentaduras existentes, lo que requiere la evaluación y supervisión profesional para asegurarse de que sean cómodas y funcionales.
El cuidado de las encías es tan importante como el de los dientes, según nos explica la doctora Victoria Fernández López-Pintos mientras atiende a un paciente en la Clínica dental López Pintos. Y es que, tal y como nos recuerda, las encías saludables son fundamentales para mantener los dientes en su lugar y evitar infecciones. Las enfermedades de las encías, como la gingivitis y la periodontitis, son más comunes a medida que las personas envejecen, pero pueden prevenirse con una correcta higiene bucal y revisiones periódicas. Si no se tratan, pueden provocar la pérdida de dientes, lo que afecta la masticación y la estética facial.
Por último, pero no por ello menos importante, el consumo de una dieta equilibrada también influye en la salud dental. Comer alimentos ricos en calcio, como los lácteos, y aquellos que contienen vitaminas A y C, ayuda a mantener las encías saludables y los dientes fuertes. Evitar el consumo excesivo de azúcares y bebidas ácidas es esencial para prevenir la caries, ya que estos alimentos favorecen la proliferación de bacterias dañinas en la boca.
¿Por qué amarillean los dientes?
El amarilleo de los dientes es un proceso común y natural que ocurre por diversas razones a lo largo de la vida. A medida que envejecemos, los dientes tienden a volverse más amarillos debido a varios factores, que incluyen tanto causas internas como externas.
Una de las principales razones por las que los dientes se vuelven amarillos con el tiempo es el desgaste del esmalte dental. El esmalte es la capa externa y protectora del diente, que es de color blanco. Con los años, el esmalte se desgasta debido a factores como el roce de los dientes al masticar, el consumo de alimentos y bebidas ácidas, o el hábito de cepillarse con demasiada fuerza. A medida que el esmalte se desgasta, la capa subyacente llamada dentina, que es de color más amarillento, se hace más visible, lo que da como resultado un tono más amarillo en los dientes.
El consumo de ciertos alimentos y bebidas también contribuye al amarilleo dental. Productos como el café, el té, el vino tinto, el tabaco (en especial el cigarro) y los alimentos con colorantes artificiales pueden manchar los dientes. Estas sustancias contienen compuestos llamados cromógenos, que tienden a adherirse a la superficie de los dientes, provocando manchas superficiales. Con el tiempo, si no se eliminan correctamente, estas manchas pueden volverse más notorias y contribuir al amarilleo de los dientes.
Además, el envejecimiento y los cambios hormonales también juegan un papel importante en el color de los dientes. Con la edad, los dientes suelen volverse más oscuros debido a la acumulación de pigmentos y a la disminución del grosor del esmalte. Además, el proceso de envejecimiento también hace que la dentina se vuelva más amarillenta, lo que afecta aún más el color general de los dientes.
