El sacrificio personal para liberar a la mente de la carga de estrés diaria, la épica de demostrar que cualquier barrera puede superarse con esfuerzo, conseguir la imagen física deseada a la vez que se respira salud psicológica,… Por lo general, cuando uno comienza a desarrollar una rutina deportiva, suele tener en perspectiva estos objetivos para motivarse. Lo que tiende a olvidar es que, en cambio, después del primer día de práctica aparecerán más que probablemente las odiadas agujetas. Poner el cuerpo de 0 a 100 no es cosa sencilla. Por fortuna, en las boticas como la Farmacia Ramón Ventura, el atleta primerizo puede encontrar fácilmente los remedios adecuados para los males que maltratan su dolorido cuerpo.
A pesar de su presencia habitual en la vida cotidiana, la ciencia no conoce con precisión el origen de las agujetas, sino que son varias las teorías que abordan la formación de lo que se conoce técnicamente como ‘mialgia diferida’ o dolor muscular postesfuerzo de aparición tardía (Dompat). La web especializada Farmaconsejos recoge cuatro hipótesis médicas al respecto:
- Microrroturas de fibras musculares. La teoría de las microrroturas de las fibras musculares es la más extendida a nivel popular y la más aceptada en el campo de la medicina. Sostiene como explicación que el dolor muscular y la subsiguiente inflamación, que aparecen en un periodo de entre 24 y 48 horas después de la práctica deportiva, se produce debido a las pequeñas roturas de fibras musculares derivadas del esfuerzo físico. Es decir, que el esfuerzo en sí ha sido demasiado fuerte en relación a la capacidad de las fibras musculares. De ahí que la teoría concuerde con una de las premisas fundamentales para paliar la aparición de agujetas: cuanto más frecuente es el entrenamiento, menor es la presencia de las agujetas después del ejercicio. Las regiones más afectadas por este dolor son las uniones musculares y tendinosas cercanas a las articulaciones, puesto que son las zonas donde las fibras musculares son más débiles. Lo normal es que el dolor de las microrroturas perdure durante un periodo de unos tres días, aunque puede dilatarse hasta una semana.
- Temperatura incrementada localmente en los músculos. Esta hipótesis explica que, en la realización de un ejercicio de intensidad elevada, las células musculares pueden elevar su temperatura hasta un rango comprendido entre los 38 y los 54 grados. Como una fiebre devastadora, este aumento de temperatura desencadenaría capítulos de muerte celular o necrosis muy localizados o, lo que es lo mismo, lesiones a pequeña escala. Por tanto, no deja de ser una versión muy semejante a la de las microrroturas musculares expuestas en el anterior punto.
- Acumulación de ácido láctico. Otra de las más conocidas entre los deportistas aficionados, esta teoría alude a la cristalización del ácido láctico que el metabolismo general durante la actividad atlética con la finalidad de mantener la generación de energía, si bien con el perjuicio de que su eliminación será progresivamente insuficiente. Así pues, la hipótesis afirma que estos cristales intersticiales serían los responsables de la fatiga muscular. No obstante, refiriéndonos a la leyenda urbana de las agujas de cristales de ácido láctico que laceran los músculos, bastante extendida, cabe decir que los pacientes de la enfermedad de McArdle, cuyo organismo es incapaz de generar ácido láctico, también son víctimas de las agujetas.
- Espasmo muscular. Aunque desacreditada por muchos especialistas, la cuarta de este ramillete de teorías asegura que el dolor retardado proviene de las pequeñas descargas eléctricas que el cuerpo aplica a causa de la fatiga del músculo. Esta serie de descargas tendrían como consecuencia la disminución del riego sanguíneo en las zonas afectadas y, por ende, la excitación de los nervios asociados y la damnificación de las células de la región.
Ahora, después de aproximarse a la raíz del problema, queda la cuestión de cómo combatirlo. El tradicional vaso de agua con azúcar, en realidad, poco aporta como solución para las agujetas. Por el contrario, más recomendable son remedios farmacéuticos como la ingesta de antiinflamatorios no esteroideos –los más habituales son el ibuprofeno o el naxopreno-, la aplicación de un masaje suave con cremas, bálsamos o gel de árnica, mantener una cierta presión con compresas frías para incentivar el efecto analgésico de las bajas temperaturas mediante bolsas de hielos o las bolsas con gel especiales que, tras enfriarse en el congelador, se adaptan en mejor medida al cuerpo. En cuanto a la dietética, se apunta a la eficacia de las infusiones de flor de la pasión, de alimentos ricos en isoflavonas y de algunos aceites de pescado, si bien los estudios al respecto todavía no son concluyentes. En el deporte de élite, ha cobrado fuerza algunas prácticas terapéuticas como la crioterapia –la piscina de hielo que hace no mucho promocionaba el futbolista del Real Madrid Cristiano Ronaldo-, los ultrasonidos o la estimulación eléctrica.