Seguir una dieta equilibrada o practicar deporte, son factores claves para aumentar nuestra calidad de vida y cuidar de nuestro físico. Cada vez son más las personas que deciden mudar sus hábitos por unos más saludables con el objetivo de sentirse mejor. En redes sociales, hay numerosas cuentas que difunden consejos para llevar a cabo una transformación hacia un estilo de vida diferente, y que motivan a sus seguidores a no descuidarse. Este incremento es una muy buena noticia, puesto que ha logrado que muchas personas disminuyan el consumo acelerado de alimentos procesados, alcohol, tabaco y otras substancias dañinas para el organismo, y fomentan la práctica del ejercicio físico con todos los beneficios que conlleva.
Hasta aquí, no hay ningún problema. Sin embargo, esta tendencia puede ser un arma de doble filo si, finalmente, se convierte en una obsesión. Las personas que se preocupan demasiado por hacer deporte o por controlar su alimentación, tienen riesgo de terminar desarrollando algún tipo de trastorno. De hecho, está comprobado que es más frecuente de lo que se cree. Según el Servicio Especializado en Trastornos de la Conducta Alimentaria, el 5% de los hombres que acuden al gimnasio con frecuencia, acaban padeciendo vigorexia, un trastorno que se define como la fijación por alcanzar un cuerpo muy musculado, lo que provoca una imagen distorsionada del mismo, que puede repercutir negativamente en la salud, y tener consecuencias tan peligrosas como la depresión, la ansiedad e incluso los problemas de corazón que, en su peor efecto, terminarían en el paro cardíaco.
Si estás leyendo esto, es posible que hayas sentido que tu interés por el gimnasio te está absorbiendo demasiado y que eso te afecta emocionalmente. Antes de que te lleve a desarrollar algún problema de salud, te damos algunos consejos para disfrutar de la práctica del deporte sin poner en riesgo tu felicidad.
1. Reflexiona sobre tu manera de hacer ejercicio y de alimentarte
Lo primero que debes hacer, es tomarte un periodo de reflexión sobre tus prácticas. Piensa en el tiempo que pasas en el gimnasio y, sobre todo, en por qué lo haces. Si te dedicas al deporte profesionalmente, o si estás pasando un periodo de rehabilitación de alguna operación o enfermedad, es completamente normal que el ejercicio físico ocupe una buena parte de tu tiempo y de tu mente.
Sin embargo, si pasas más de tres horas al día haciendo deporte con el único objetivo de desarrollar musculatura y modificar tu cuerpo, es probable que estés comenzado a desarrollar algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria, lo que se hará notar también, en que tu relación con la comida está exclusivamente ligada a ese deseo de alcanzar un objetivo corporal y, seguramente, sigas una dieta demasiado estricta en la que los suplementos alimenticios o sustancias destinadas a aumentar el músculo, como los esteroides, tengan demasiado protagonismo en tu día a día. Si te acabas de sentir identificado con estas palabras, es altamente probable que hayas empezado a desarrollar vigorexia y, lo mejor, es que acudas a un especialista de la psicología, para que te ayude a gestionar la situación.
2. Deconstruye tu ideal de belleza
Probablemente hubieses empezado a ir al gimnasio y a cuidar tu alimentación con el objetivo de verte mejor. Es completamente normal querer mejorar nuestro aspecto físico, tanto por nuestra propia percepción como para buscar sentirse deseado por los demás. En este sentido, el deporte puede ayudarte mucho. Pero, a veces, el metabolismo de cada persona se aleja tanto del ideal de belleza normativo que, fijar una meta demasiado ambiciosa puede no ser lo mejor para nuestra salud mental. Es importante que conozcas el límite de tu cuerpo y, sobre todo, que valores tu físico como algo valioso independientemente de su tamaño, forma, color, u otras condiciones. El atractivo de una persona no pasa únicamente por su cuerpo y, por mucho que seas delgado o estés musculado, si esto te preocupa demasiado y desemboca en una obsesión, no podrás ser completamente feliz.
3. Practica deporte para divertirte
El deporte es una práctica muy saludable y necesaria, no solo para mejorar nuestro aspecto físico, sino también para disfrutar de nuestro tiempo de ocio. Más allá del entrenamiento personal e individual en el gimnasio, aprovecha para hacer deporte en grupo o con tus seres queridos. Juega sin competir, solamente por pasar un buen rato y compartir experiencias con otras personas.
4. No frecuentes ambientes tóxicos ni consumas contenido que pueda alimentar tu obsesión
Lo más habitual es que, dentro de tu gimnasio o a través de las redes sociales, hayas creado una especie de comunidad con la que compartes tus mismos intereses por el ejercicio físico y por modificar tu cuerpo. Si sus integrantes son tus amigos y se preocupan por ti, seguramente no te hagan sentir inferior por no haber logrado un determinado peso o por no haber pasado algún reto y, simplemente, estén contentos al verte feliz haciendo lo que te gusta, independientemente de tu estado físico. En el caso contrario, si las personas que frecuentas son demasiado competitivas y te presionan y alientan para conseguir resultados muy difíciles en poco tiempo, poniendo en riesgo tu integridad, lo mejor es que apartes de estos individuos, ya que, en realidad, están proyectando sus propias inseguridades en ti.
5. Contrata servicios de entrenamiento personal
Si de verdad crees que necesitas un cambio físico urgente para sentirte mejor, es importante que no te lances a perseguir un objetivo sin pararte a pensar en si de verdad es realista para ti. Si no sabes cómo empezar, o cómo motivarte sin caer en la obsesión, lo mejor es que, si tienes la posibilidad, contrates a algún profesional que te guíe y te ayude a hacerlo. El proyecto de despierta y entrena ofrece una buena alternativa ya que tienen un servicio de entrenadores personales a domicilio que diseña sesiones adaptadas a las necesidades de cada uno, teniendo en cuenta los puntos fuertes, pero también las limitaciones de cada persona y, en la línea de lo que venimos defendiendo, disponen de numerosas actividades que fomentan el cuidado emocional como el yoga o el coaching.
6. Acude a terapia
Si sientes que la obsesión por el gimnasio te está consumiendo demasiado y no tienes espacio para nada más, es el momento de acudir a terapia. Allí te brindarán las herramientas necesarias para gestionar la situación estudiando tu caso personal. Pronto lograrás el cambio que buscas y podrás practicar deporte de una manera saludable y respetuosa con tu cuerpo y con tu mente. ¡Mucho ánimo!