El decálogo de un buen arbitro de deportes

La figura del árbitro es de suma importancia dentro de toda competencia deportiva, cual sea el tipo de deporte y si está es de carácter oficial nacional o internacional, ya que este es quien vela porque se cumplan todas las reglas y se de una victoria limpia.

Por eso, los árbitros deben reunir una serie de conocimientos y competencias que les permitan desempeñar esta función tan importante a cabalidad.

En este artículo te comentaros cuales son esas competencias que conforman a un buen árbitro con la ayuda del Club Español de Arbitraje.

Requisitos básicos para desempeñar el trabajo de árbitro en una competencia deportiva

  • Tener la edad mínima y máxima que exige la Federación del deporte dado.
  • Tener conocimientos mínimos de deporte a que se aspira ser árbitro y/o juez, e incluso, poder presentar un documento que acredite que se tiene experiencia en la práctica de dicho deporte.
  • Prueba que acredite su control emocional.
  • Prueba que acredite su concentración de la atención.
  • Prueba que acredite su capacidad de apreciación.
  • Actitud para el deporte.
  • Pasión por el deporte del cual se aspira ejercer de árbitro.
  • Carácter imparcial, justo y honesto
  • Tener buena presencia.

Conocimientos teóricos y prácticos que deben acreditar los aspirantes a árbitro de partidos

Además de los requisitos básicos para aspirar al puesto, un buen arbitro cuenta con un set de conocimientos, tanto teóricos como prácticos, que les permite apreciar todos los aspectos de la partida que se desarrolla. Estos son:

  • Conocer los aspectos sociales y psicológicos de la teoría del arbitraje deportivo en el deporte, como lo son la historia del arbitraje, historia del deporte dado, psicología aplicada al arbitraje en el deporte, fundamentos de la ética arbitrar, etc.
  • Saber sobre organización y dirección del arbitraje deportivo.
  • Tener amplio conocimiento del reglamento del deporte dado, incluyendo teoría de las leyes y principios de la reglamentación, códigos y regulaciones para la competición.
  • Saber interpretar la teoría y mecánica del arbitraje del deporte correspondiente.
  • Saber utilizar la teoría y práctica del reglamento del deporte correspondiente.

Competencias técnicas de los árbitros y jueces    

La competencia técnica de los árbitros y jueces, no tiene que ver con las técnicas deportivas, sino con el desarrollo de habilidades propias de su modo de actuación y en correspondencia con las características específicas que exigen las reglas para cada modalidad deportiva.

Por esto, es que se les exige tener formación y experiencia en la práctica del deporte del cual aspira ser árbitro.

Asimismo, los árbitros y jueces deben participar en actividades prácticas sistemáticas; las cuales no deben estar sujetas exclusivamente, a la participación en los eventos programados oficialmente, ya que estos; en ocasiones, pueden resultar insuficientes y no siempre todos han de tener la posibilidad de ser designados a trabajar en diferentes torneos, incluso, a veces se limita su intervención a una o dos competencias al año. Por ello; debe buscar las vías que garanticen un vínculo continuo con la actividad a arbitrar.

Hay que partir de la concepción de que son un deportista más; calificado por su competencia y sus cualidades físicas, intelectuales, morales y técnicas, para dirigir un encuentro.

Competencia física

Debido a la responsabilidad que tienen los árbitros y jueces en el desempeño de sus funciones, la competencia física se considera no solo una obligación impuesta por la Federación o Comité de árbitros y jueces, sino de los propios árbitros y jueces, la cual está orientada a perfeccionar su rendimiento y calidad de vida. Y es que esta es la que les permite tener destrezas en la ubicación y desplazamientos en el terreno de juego y el logro de óptimos rendimientos en la dirección y control de la competición. Estas competencias son:

  • Movimientos básicos y técnicos a desarrollar en el desempeño de sus funciones: continuos cambios de ritmo y de dirección, sprints hacia delante, atrás, trotes laterales, frontales, simultanea concentración y observación de sus desplazamientos.
  • Desplazamientos constantes, la coordinación y el equilibrio para sus movimientos, fuerza para determinadas acciones, flexibilidad para ejecutar acciones que lo requieran, resistencia para tener un control físico y psíquico del entorno donde desarrollen sus actuaciones y rapidez y agilidad para enfrentar las situaciones difíciles e imprevistas.
  • Desarrollar una excelente coordinación motora; lo cual es de gran importancia entre las órdenes emitidas por los centros nerviosos y sus movimientos.
  • Estar preparados para combatir fácilmente la fatiga durante el partido en situaciones habituales y extremas.
  • Contar con una mayor cantidad de reservas energéticas que sean utilizadas económicamente.
  • Tener una buena ubicación táctica, comunicación con los asistentes, además de estar en el momento y lugar justo donde se está disputando la acción.

Competencia psicológica

La competencia psicológica de los árbitros y jueces comprende aquellas habilidades psicológicas que influyen en su rendimiento, por ejemplo; cuando reciben el nombramiento para trabajar en la competición y comienzan a sentir con anticipación sensaciones anímicas: especulaciones, tensiones, responsabilidades, miedo, temores, y expectativas que en muchas ocasiones determinan su rendimiento a la hora de emitir un criterio o juicio de valor.

Otro aspecto importante al que de hecho no se le presta atención mucha atención durante la preparación de los profesionales en arbitraje es el de los sentidos sensoriales, concretamente la vista el oído y la orientación.

Asimismo,   las cualidades sensoriales que desde el punto de vista de la labor del árbitro interesan son:

  • Percepción visual en condiciones habituales y extremas.
  • Facultad de percepción monocular.
  • Percepción y diferenciación de los colores.
  • Capacidad estimativa de distancias tamaños y formas.
  • Percepción y retención auditiva.
  • Facultad de situarse en el espacio mediante referencias sensoriales.
  • Concentración de la atención y su reacción simple y compleja;
  • Confianza en su modo de actuación, decisión-rapidez de pensamiento, firmeza, autocontrol, motivación, autoridad, memoria y seguridad.

Todo esto requiere de un entrenamiento sistemático para lograr desarrollar: la agudeza visual y auditiva, la percepción inmediata de las situaciones y la oportunidad de decisión al enjuiciar las situaciones.

Solo con el desarrollo de estas competencias es que el  árbitro podrá garantizar la objetividad y justicia de las decisiones arbitrales, la concentración y el autocontrol.

Valores y principios de un buen arbitro

Las competencias del buen arbitro no solo se basna en sus conocimientos y la agudeza de sus sentidos, sino también en una serie de valores que lo convertirán en la persona indicada para decidir las sentencias justas durante el juego. Y es que  el talento arbitrar no descansa sólo en el reglamento de juego sino también en la consideración del mismo como persona, en su propia realidad, incluso dejando cabida al error humano, sobre todo en aquellas situaciones susceptibles de interpretación técnica.

Los valores de un buen árbitro son:

  • El rigor o exactitud: poder separar lo que es verdadero de lo que es falso, la verdad del error.
  • La autoridad: poder imponerse de manera elegante, lo que significa que haya un poco de admiración, respeto y confianza, como consecuencia de la justicia de sus actos.
  • La neutralidad: la habilidad de ser imparcial, y de oponerse a las influencias tendenciosas o perjudiciales ante la obligación de juzgar.
  • La seguridad: Dominio de las situaciones guiado por la confianza en su conocimiento y experiencia; así como el autodominio y fortaleza de ánimo.
  • La tolerancia: La posibilidad de autocorrección del error, como elemento constructivo y pedagógico de la autoridad de árbitros y jueces.

Principios éticos de la práctica de arbitrar

La ética arbitrar se desarrolla en la puesta en común de sus problemas y conflictos. Para ello, las Federaciones Deportivas Internacionales y nacionales han hecho una labor importante al:

  • Definir conductas aceptables e inaceptables.
  • Promover una estandarización de la práctica arbitrar.
  • Establecer un marco de conductas profesionales.
  • Establecer un marco de conductas personales.
  • Realizar reflexiones sobre los actos morales, comportamientos morales, existencia y cumplimiento de códigos éticos.

Así que partiendo de estas bases establecidas para lo que se considera aceptable o no dentro de un partido y el mismo trabajo del árbitro, estos deben demostrar los siguientes principios:

  • Principio de imparcialidad. El árbitro debe actuar libremente y sin presiones con total neutralidad y de manera justa. Mantener el principio de independencia. Y nunca tener vínculos con los participantes y equipos.
  • Principio de respeto. Se debe demostrar siempre lealtad por el deporte que represente, respetando la categoría deportiva que se posea. Los árbitros deben ser respetuosos y trabajar con motivación y eficiencia. Incluso, la misma preparación de los árbitros y jueces, con su actualización y entrenamiento para desarrollar habilidades, debe suponer una muestra de respeto por la competición y sus participantes. Los árbitros deben estar enfocados hacia la competencia y la excelencia, y ser capaces de poner su talento al servicio del mejor rendimiento del equipo arbitrar y no poner nunca en peligro la integridad de los deportistas.
  • Principio de integridad. Se debe mantener la imagen del árbitro dentro y fuera del terreno. A partir del ejemplo personal asumir postura firme frente a cualquier forma de corrupción y de deshonestidad que afecte a la competición.
  • Principio de profesionalidad. Debe ser disciplinado y no caer en la indolencia. Trabajando siempre por superarse cada día, y mantener un alto nivel de excelencia, a sabiendas que la educación arbitrar nunca termina, y más bien siempre hay algo nuevo que aprender.
  • Principio de honestidad. La honestidad es una de las virtudes que debe caracterizar a un buen árbitro, la cual debe reflejar en su modo de actuación al expresarse en la toma de decisiones.